martes, 17 de junio de 2014

Al envejecer, los hombres lloran


"Esos libros sin estanterías eran menos impresionantes, menos intimidantes que una biblioteca. El desorden creaba una proximidad que daban ganas de leerlos enseguida. Tres grabados tras un cristal colgados de la pared representaban a personajes de la Antigüedad, un hombre robusto, un joven encantador y una extraña mujer con un casco en la cabeza y una lechuza posada en el hombro. Guilles no podía saber que se trataban de personajes de la mitología griega, ni que el mayor se llamaba Ulises, el joven Telémaco y la mujer, Atenea."

JEAN-LUC SEIGLE, Al envejecer, los hombres lloran. Seix Barral, p. 90-91. Anaco aportado por Utopía.

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