"Los días siguientes me fui a trabajar a la biblioteca. Me llevé un litro y medio de té porque era incapaz de cazar erratas sin excitantes. También me tomaba el trankimazin. El efecto del té me disuadía de mirar demasiado por la ventana y de salir a fumar; el trankimazin mantenía a raya el pánico. Aunque me empeñaba en estar bien, no dejaba de sentir que todo podía tornarse apocalíptico, y me inquietaban la disposición del espacio y la mirada de los bibliotecarios, ante quienes creía que iba a desvanecerme."
ELVIRA NAVARRO, La trabajadora. Ed. S.A.U., pp. 86-87. Aportado por U-topía
No hay comentarios:
Publicar un comentario