viernes, 8 de febrero de 2019

Crímenes

Más tarde, esa misma noche, Tackler estaba sentado a solas en la biblioteca. En la pantalla que había mandado instalar en la librería se proyectaba una película casera muda. La había pasado de una cámara de Super 8 a vídeo. Las imágenes estaban sobreexpuestas. Pág. 49. El violonchelo.

A los diez años había aprendido por su cuenta estocástica, cálculo integral y geometría analítica con un libro de texto que había sustraído de la biblioteca de la sala de profesores. Pero en los exámenes calculaba cuántos de esos ejercicios ridículos debía resolver mal para que le pusieran un suficiente pelado que no llamara la atención. Pág. 60. El erizo.

La impresión de las imágenes grabadas por la cámara de vídeo estaba sobre la mesa de la biblioteca del bufete. Boheim había sido captado con una nitidez pasmosa. Era como un folioscopio en seis imágenes. Boheim acciona con la mano izquierda el dispositivo de salida. La barrera se abre. El coche pasa por delante de la cámara. Pág. 105. Summertime.

Crímenes. Ferdinand Von Schirach. Ediciones Salamandra, 2011. Aportado por Lola

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