La biblioteca del Casino yo nunca la vi abierta; en la del Círculo, se hallaba muy frecuentada la mesa, larga, de la prensa: periódicos de Madrid, El Eco de Alcándara, y la hojita local, un bisemanario, La Opinión, que salía más bien irregularmente [...]
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[...] hizo unos disparos: tiraba a la biblioteca; ponía de blanco los libros de autores que le eran no gratos: Pereda, cataplún, pero le daba a Menéndez Pelayo; Palacio Valdés, a la cabeza [...]
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Aumentó la biblioteca del lerrouxista en potencia y que se reducía al libro de los jóvenes bárbaros; el seminarista apareció una mañana con El Anticristo, de Nietzsche.
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El día de su primera visita, Jaime enredó en los libros; una biblioteca, mínima en lo literario, pero al día.
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[...] nos acompañó en la nochevieja del 31, cuando la visita de Eve y César a La MOta y que ahora, perdidas sus oposiciones, se había pasado al Círculo de Artesanos y le habían hecho vocal bibliotecario [...]
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El presentador se vio muy felicitado y en la primera junta se hizo constar en acta cómo la directiva se sentía honrada en la persona de su vocal bibliotecario.
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El marido sudaba. Tras la separación, no el abandono, vino ella a Madrid con ilusiones de un trabajo en la biblioteca nacional.
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Se lee, se lee. No en el Círculo de Artesanos, desde que el vocal bibliotecario, aquel ilustre presentador de don García, tuvo la idea, genial como suya, de hacer que enrejasen los estantes.
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Pasillos y despacho conservaban, y por mí continuaron guardándolos, sus armarios de libros protegidos de alambreras, en que tal vez se inspiró José Julio Gozalo para el aseguramiento de los libros del Círculo cuando fue elegido bibliotecario de Artesanos. Pero, le aburro, ¿libros?
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Gran Café; Pedro de Lorenzo. Editorial Planeta. 1974. Aportado por JMV
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