martes, 18 de agosto de 2020

West End

Por la tarde salgo y busco en el catálogo de la biblioteca. Hojeo índices, manoseo varios volúmenes. No encuentro nada que me llame la atención. De repente me siento agotado. Podría tumbarme en el suelo de la biblioteca y dormirme ahí mismo. Las imágenes de la narración que mi madre ha hecho de mi nacimiento se me aparecen en la mente un y otra vez. Pag.30. 

Los tres eran seguidores de Bart Huges, un bibliotecario holandés que se había perforado a si mismo en 1965 y que llevaba unos años en la isla. En aquel entonces el lugar ya estaba trufado de famosos, de gente influyente. Intelectuales, músicos, artistas. No pocos experimentaban con el LSD, la mescalina o el cánnabis. Era el sitio ideal para que Huges promocionara sus ideas, porque toda aquella gente estaba abierta a cosas nuevas y también dispuesta, en el caso de que esas cosas les convencieran, a propagarlas. Pag 150.

Morella, J. (2020). West End. Madrid: Siruela.

Aportado por Lola

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