martes, 3 de agosto de 2021

Todo lo que no te conté

Nath se había pasado el fin de semana paseando fascinado, tratando de asimilarlo todo: las columnas estriadas de la gigantesca biblioteca, el ladrillo rojo de los edificios contra el verde brillante de los jardines, el grato olor a tiza que flotaba en cada aula. Pax. 28 e 29


James, sin embargo, había sabido todas las respuestas. Había leído cada periódico que caía en sus manos; había leído todos los libros que había comprado su padre, a cinco centavos la bolsa, en saldos de bibliotecas. Cuarenta y ocho metros, escribió. 1492. Automóvil. El círculo. Terminó el examen y dejó el lapiz en una ranura en la parte superior del pupitre. Pax. 49


Pero no podía hablar de si misma sin mencionar a Nath y, para su sorpresa, Jack le hacía preguntas: ¿Por qué quería Nath ser astronauta? ¿Era Jack tan callado en casa como en el instituto? Así le contó cómo, después del alucinaje, se había pasado varios días dando saltitos por el jardín haciendo que era Neil Armstrong. Cómo en sexto curso había convencido al bibliotecario de que le dejara coger libros de la sección de adultos y se había llevado a casa tratados de física, de mecánica de vuelo, de aerodinámica. Cómo había pedido un telescopio por su catorce cumpleaños y recibido en su lugar una radio despertador. Pax. 212

 

Celeste Ng.(2019). Todo lo que no te conté. (3ª ed.). Barcelona: Alba editorial.

Aportado por Lola



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