domingo, 1 de mayo de 2022

Un caballero en Moscú

¿Y los libros? "¡Todos!", había sido una bravuconería. Pero, pensándolo bien, tenía que admitir que no había dado aquellas instrucciones guiado por su sentido común, sino por un impulso infantil de impresionar a los botones y poner a los guardias en su sitio. Porque aquellos libros ni siquiera eran del gusto del conde. Su biblioteca personal de obras narrativas majestuosas de escritores como Balzac, Dickens y Tolstói se había quedado en París. Pax. 33

Para el Gran Duque la pregunta era retórica, por supuesto. Tras recibir el informe de un semestre suspendido o de una cuenta pendiente, llamaba a su ahijado a la biblioteca, leía la carta en voz alta, la dejaba encima de la mesa y formulaba aquella pregunta sin esperar una respuesta, consciente de que la respuesta era la cárcel, la ruina o ambas cosas. Pax. 102

En los meses posteriores al congreso de 1923, la belleza de la joven se volvió tan incuestionable, su corazón tan tierno y su actitud tan amable que Mishka no tuvo más remedio que parapetarse detrás de un montón de libros en la vieja Biblioteca Imperial de San Petersburgo. Pax. 158

Cuando iba a pasar las vacaciones escolares a su casa, su abuela siempre lo llamaba a la biblioteca, donde le gustaba hacer calceta junto a la chimenea, sola. Pax. 161

Llega la primavera de mil novecientos catorce y regreso a la finca familiar para hacer una visita. Tras presentarle mis respetos a mi abuela en la biblioteca, salgo al jardín en busca de mi hermana, Helean, a la que le gusta leer bajo el gran olmo que se yergue junto al meandro del río. Pax. 184

Unos pasos más allá están las habitaciones donde Gógol comenzó Almas muertas. Luego, la Biblioteca Nacional, cuyos archivos exploraba Tolstoi. Y detrás de la tapia del cementerio yace le hermano Fiódor, nuestro inquieto testigo del alma humana, sepultado bajo cerezos. Pax. 208

¿No le había hecho una visita así a Mishka?¿No lo había encontrado escondido detrás de sus libros, lo había convencido para que saliera de la biblioteca y se había dado la mano en un lugar apartado, con vistas al Neva? Pax. 254

-Sin duda -concedió el conserje con el tono de un bibliotecario que le expresa su conformidad a un erudito. Pax. 261

-Ya veo que te he preocupado, Sasha, hablando de revólveres. Pero no temas. Todavía no he terminado. Aún tengo que ocuparme de una cosa. De hecho, por eso me he arriesgado a venir a la ciudad: estoy trabajando en un pequeño proyecto y necesito ir a la biblioteca... Pax. 325

Porque, como sucede con los mejores sirvientes, los camareros competentes tienen que oír lo que se dice a su alrededor. Tomemos como ejemplo al mayordomo del Gran Duque Demidiv. En sus tiempos, Kemp podía pasarse horas de pie junto a la biblioteca, callado e inmóvil como una estatua. Pero si algún invitado del Gran Duque mencionaba que tenía sed, pongamos por caso, Kemp se le acercaba y le ofrecía algo para beber. Pax. 453 e 454


Towles, A. (2021). Un caballero en Moscú. (5ª ed., 6ª reimp.) Barcelona: Salamndra

Aportado por Anxo


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