La clave secreta del universo

 

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-¿Quieres bajar a ver El nacimiento y la muerte de una estrella? -preguntó Eric.

-Ya la he visto -contestó- . Un montón de veces. -Oyeron que alguien trotaba escalera abajo y un segundo después Annie asomó la cabeza por la puerta-. ¿Puedo hacer palomitas?

-Si quedan... -contestó Eric-. Y si quedan tráetelas a la biblioteca y ofrécele a George, ¿vale?

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-¡¿Es que no tenéis los pies en la tierra?! -gritó Eric, después de sacarse el casco espacial, mirando furibundo a George y Annie, espatarrados en el suelo de la biblioteca con sus trajes espaciales.

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George no había entendido ni jota, así que se limitó a asentir con la cabeza. Oyó voces procedentes de la biblioteca.

-¿Estás celebrando una fiesta? -preguntó.

[...]

Mientras se secaba el chubasquero mojado y seguía a Eric hasta la biblioteca, de fondo se oía una voz de mujer.

[...]

Eric y George entraron discretamente en la biblioteca.

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George y Eric regresaron a la biblioteca. El suelo estaba lleno de envoltorios de pastas, tazas de té medio vacías, bolígrafos viejos y papeles de las ponencias con los que habían hecho avioncitos.

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-A ver que te parece -dijo Eric, pensativo-: si me echas una mano y me ayudas a ordenar un poco la biblioteca, luego le echaremos un vistazo a ese trabajo de ciencias [...]

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De vuelta en la biblioteca, se empleó a conciencia con las manchas de barro seco más difíciles de sacar. Mientras barría, un trozo de papel quedó atrapado entre las cerdas de la escoba y lo sacó.

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Eric cruzó el portal de un salto y desapareció en el espacio exterior antes de que George pudiera decir nada. El portal se cerró de golpe de trás de él, y George se quedó solo en la biblioteca.

Después de que la puerta al espacio exterior se cerrara, se hizo un breve y sepulcral silencio en la biblioteca que una apagada musiquita de fondo se encargó de romper.

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Cosmos seguía trabajando en la biblioteca. George encontró la carta que tanto había  entusiasmado a Eric encima del escritorio que tenía enfrente. La leyó de cabo a rabo con manos temblorosas, seguro de saber quién la había escrito.

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George alargó la mano y abrió la puerta. Se agarró al marco con ambas manos y se asomó para echar un vistazo, con los pies bien plantados en el suelo de la biblioteca de Eric. [...]

[...]

George volvió la vista hacia la biblioteca y la pantalla de Cosmos. La flecha "Eric" todavía seguía allí [...]

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George estudió detenidamente la roca de Eric. En unos segundos estaría lo bastante cerca para alcanzarla de un salto, así que retrocedió unos pasos hacia el interior de la biblioteca para coger carrerilla [...]

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George consiguió aferrarse a la mano de Eric en pleno vuelo. Eric tiró de él hacia la roca y lo sentó a su lado. La puerta de la biblioteca desapareció en la distancia detrás de ellos.

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-¿Por qué no le has pedido a Cosmos que te envíe allí directamente?¿Por qué no hacemos eso, eh? Venga, volvamos a la biblioteca.

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Antes de que George aterrizará en en el suelo de la biblioteca, justo antes de que la puerta se cerrara y el espacio exterior desapareciera, George vio que la zona oscura engullía a Eric por completo.

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George cruzó la puerta y se llevó un buen golpetazo al caer de espaldas. Esta vez, el regreso del espacio exterior a la biblioteca de Eric le había dejado sin aire [...]

[...]

George miró desesperado a su alrededor y vio que la puerta de la biblioteca estaba entornada.

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La biblioteca estaba abarrotada de estanterías repletas de libros que ocupaban las paredes del suelo al techo. George escogió un tomo voluminoso y pesado y leyó el título de la portada: Gravedad cuántica euclidiana.

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Le empezó a doler la cabeza intentando descifrar el significado hasta que decidió que aquello significaba que todavía no había encontrado el libro correcto. Siguió mirando por la biblioteca.

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Le dijo que había aterrizado en la biblioteca y que, al mirar a su alrededor, se había dado cuenta de que Eric no había vuelto con él.

LUCY & STEPHEN HAWKING; La clave secreta del universo. Montena, 2008.

Aportado por JMV