sábado, 14 de junio de 2014

Mendel el de los libros


"Dejando a un lado los libros, aquel hombre singular no sabía nada del mundo, pues todos los fenómenos de la existencia sólo comenzaban a ser reales para él cuando se vertían en letras, cuando se reunían en un libro y, como quien dice, se habían esterilizado. Pero tampoco leía aquellos libros para entenderlos, en su contenido espirtual y narrativo. Tan sólo su título, su precio, su aspecto, la página de créditos atraían su atención. Aquella memoria específica de anticuario de Jakob Mendel, en último término improductiva y no creativa, mero inventario de cientos de miles de títulos y nombres grabados en la blanda corteza cerebral de un mamífero, en lugar de, como en otro tiempo, escritos en un catálogo en forma de libro era, no obstante, en su perfección, única, un fenómeno de no menor importancia que la de Napoleón para las fisonomías, la de Mezzofanti para los idiomas, la de Lasker para las aperturas de ajedrez o la de Busoni para la música. En un seminario, en un puesto público, aquel cerebro habría enseñado y sorprendido a miles, a cientos de miles de estudiantes y eruditos. Habría sido de provecho para las ciencias, una adquisición sin igual para esas cámaras del tesoro público que llamamos bibliotecas." 


Stefan Zweig, Mendel el de los libros. Traducción de Berta Vias. Ed. Acantilado. Barcelona: 2009. p. 20-21. Anaco aportado por Lu.

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