domingo, 18 de enero de 2015

Stoner

p. 20: En la biblioteca de la universidad se demoraba por los pasillos, entre los miles de libros, inhalando el olor rancio del cuero, la tela y las páginas secas como si fuese un incienso exótico. A veces se paraba, tomaba un volumen del estante y lo sostenía durante un momento entre sus grandes manos que le hormigueaban al contacto especial con el lomo y las manejables páginas. Luego hojeaba el libro, leyendo párrafos aquí y allá, pasando las páginas delicadamente con sus rígidos dedos, como si su torpeza pudiera arrancar y destruir lo que había supuesto tanto esfuerzo descubrir.

p. 166: Conocer sus sentimientos hacia Katherine Driscoll fue algo que le llegó despacio. Se descubrió inventando pretextos para acudir a su apartamento por las tardes; se le ocurría el título de un libro o de un artículo, lo anotaba, y deliberadamente evitaba verla por los pasillos del Jesse Hall de manera que pudiese dejarse caer por su casa por la tarde para darle el título, tomar un café y charlar. Una vez pasó medio día en la biblioteca buscando una referencia que pudiera reforzar un argumento que él juzgaba dudoso en el segundo capítulo; en otra ocasión trascribió laboriosamente un fragmento de un manuscrito latino poco conocido, del cual la biblioteca guardaba una fotocopia, gracias a lo cual pudo pasar varias tardes con ella ayudándola con la traducción.

Stoner, de John Williams. Ediciones de Baile del Sol, 2012. Aportado por Sfer

(Hay muchos anacos en esta novela -el protagonista es profesor universitario de literatura, y su carrera está en el centro de la novela, así que normal que la biblioteca sea escenario recurrente- pero he seleccionado dos que me han gustado especialmente.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario