Greta se quedó de pie mirando el contenido de la biblioteca, libros altos y largos, diminutos y gruesos que se disputaban las tablas de madera. Los tocaba con un dedo de arriba abajo y leía sus títulos: La tierra, baldía, Altazor, El amor loco. Luego husmeó entre los los cuadernos apilados en el suelo. Pág. 106
Allí llegó Greta de mañana. Llevaba en el bolsillo un libro de la biblioteca de Funnel donde se escanciaban palabras que le parecieron hermosas: "la hidra, universo retorcido de estrellas recamadas...". Sentada en medio de la plaza junto a la mujer con el rostro lleno de verrugas empezó a leer. Pág. 109
Durante días, Jon y Gabriel, desde su rincón de la biblioteca, me recibían sin hablar como quien saluda el proceso de putrefacción, lento pero inevitable, del fruto caído. Pág. 247
Día tras día, la muchacha recorre sola las torres de documentación de Agar, habla con bibliotecarios de sonrisa macilenta y busca, busca. Pero nunca encuentra. Pág. 277 - 278
Greta en su laberinto (Una ópera rock) de Blanca Riestra. Alianza Editorial, S. A., 2016
Aportado por Lola
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