viernes, 5 de enero de 2018

El diamante de Jerusalén

-(...) Un bibliotecario coloca una pizca de polvo de estos recipientes en sobres que se despachan como cartas certificadas a las nuevas iglesias de todo el mundo. Según el derecho canónico, estos restos deben guardarse en el altar de cada iglesia.                                páx 90

-(...) la biblioteca contenía unos diez mil volúmenes, muchos de los cuales eran manuscritos antiguos, incluido un ejemplar del famoso Codex Sinaiticus.  páx 236

-¿Habla inglés?
-Un poco.
-¿Existe alguna posibilidad de visitar la biblioteca?
-Casualmente yo soy el bibliotecario. Me llamo Pater Haralambos.      páx 241.

El diamante de Jerusalén; Noah Gordon. Ediciones B, 1993. Aportado por JMV

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