-(...) Un bibliotecario coloca una pizca de polvo de estos recipientes en sobres que se despachan como cartas certificadas a las nuevas iglesias de todo el mundo. Según el derecho canónico, estos restos deben guardarse en el altar de cada iglesia. páx 90
-(...) la biblioteca contenía unos diez mil volúmenes, muchos de los cuales eran manuscritos antiguos, incluido un ejemplar del famoso Codex Sinaiticus. páx 236
-¿Habla inglés?
-Un poco.
-¿Existe alguna posibilidad de visitar la biblioteca?
-Casualmente yo soy el bibliotecario. Me llamo Pater Haralambos. páx 241.
El diamante de Jerusalén; Noah Gordon. Ediciones B, 1993. Aportado por JMV
No hay comentarios:
Publicar un comentario