viernes, 23 de marzo de 2018

Todo esto te daré

El alférez se entretuvo admirando la magnífica biblioteca que cubría por completo dos de las paredes del salón, echó una ojeada a la mesa de trabajo de Manuel y después posó de nuevo la mirada en él. Pág. 13

Volvió al salón y durante unos minutos fingió consultar en la biblioteca un pesado libro de cocina italiana mientras con el rabillo del ojo vigilaba a Álvaro. Pág. 137

No tendría más de treinta años, y por su aspecto dedujo que se trataba de Julián, el hermano bibliotecario que quedó en recibirle. Pág. 392

Las austeras aunque modernas habitaciones con baño, en que se habían transformado las aulas para acoger a los huéspedes de los retiros espirituales, y una espaciosa biblioteca cuyas estanterías aparecían incrustadas entre los arcos de medio punto que parecían sostener los cimientos del monasterio. Pág. 393-394

Llevo dos años en este convento y la verdad es que apenas ha salido de la biblioteca -dijo sonriendo-, me gusta pensar que soy el heredero de la tradición de uno de aquellos frailes que dedicaban su vida entera a transcribir un libro, aunque yo lo hago en una versión bastante más moderna y menos interesante -añadió, haciendo un amplio gesto hacia un grupo de estanterías metálicas colocadas en hilera en una zona oscura de la biblioteca. Pág. 394

Así estaba todo cuando yo llegue. Realmente, aquí nunca había habido un hermano bibliotecario; distintos frailes, lo que yo llamo gatos de biblioteca, se habían ido ocupando del mantenimiento de los libros y de los ficheros, y aunque con muy buena voluntad, lo habían hecho como Dios les dio a entender -dijo riéndose de la broma-. Pág. 394

Hizo algún comentario que fue muy bien acogido por el bibliotecario y después, tal y como él le había recomendado, pasó al archivo fotográfico. Pág. 396

Apuntó sus datos en una de las libretas y la guardó antes de preguntar al bibliotecario:
-Hermano Julián, ¿qué es la baja voluntarias de un fraile?.
El joven se acercó curioso a la pantalla. Pág. 397

Miró a su espalda para comprobar que el bibliotecario seguía a lo suyo y con su teléfono móvil hizo una fotografía de la pantalla. Pág. 399

¿Conoce al sobrino del prior? - inquirió Manuel.
¿A Toñino? -replicó sorprendido. El tono del hermano bibliotecario hizo que Manuel se arrepintiera inmediatamente de haber preguntado. Pág. 400

¿Estuvo trabajando aquí? -preguntó quitándole importancia al asunto.
¿En la biblioteca? -Rio-. No, no creo que haya pisado una biblioteca en su vida. Pág. 400

Dejó al bibliotecario ocupado y a medias convencido de que conseguiría llegar él solo hasta el huerto donde el anciano hermano Matías pasaba las hora. Pág. 401

El bibliotecario tenía razón cuando dijo que al hermano Matías le encantaba hablar. Le explicó montones de anécdotas sobre los estudiantes, el huerto, las verduras.... Pág. 402

¿Crees que es esto lo que encontró Toñino?
No, cuando pregunté al hermano Julián si Toñino había tenido acceso a la biblioteca, casi le da un ataque de risa.... Pág. 414
Todo esto te daré. Dolores Redondo. Editorial Planeta, S. A. 2016. Aportado por Lola

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