lunes, 18 de junio de 2018

Conviene tener un sitio adonde ir

Anuncia sus aprobados en exámenes a los que no se presenta, y a lo largo de todos estos años nadie sospecha nada ni piensa en buscar su nombre en las listas de aprobados. De hecho, hinca los codos, asiste a las clases, frecuenta la biblioteca universitaria. Florence (que por su parte ha fracasado en medicina y, sin lamentarlo demasiado, se ha decantando por los estudios de farmacia) le ayuda a repasar el examen del MIR. Pág. 83. El caso Romand 

Quizá esté harto de la guerra, de las vivaques, del cuchillo dentro de la bota, de los policías que aporrean al alba con el puño la puerta, quizá tenga ganas de echar raíces por fin. De afincarse aquí, en el campo, en esta hermosa casa de madera, como un hacendado del antiguo régimen. Habría grandes bibliotecas, sofás profundos, gritos infantiles fuera, mermeladas de bayas, largas conversaciones junto al samovar, horas que transcurren lentamente. Pág. 233. El último de los demonios.

Esta faceta vertiente es la que fascina a todos los escritores que como Dick, como Martin Amis o como yo, son capaces de absorber bibliotecas enteras sobre lo acontecido a la humanidad en Rusia en el siglo pasado, y que resume a la perfección uno de mis historiadores favoritos, Martin Malia: "El socialismo integral no es un ataque contra abusos específicos del capitalismo, sino contra la realidad. Es un intento de alobir el mundo real, un intento condenado a largo plazo pero que durante cierto periodo consigue crear un mundo surreal definido por esta paradoja: la ineficacia, la penuria y la violencia aparecen en él como el bien supremo" (La tragedia soviética). Pág. 269-270. "Los que susurran", de Orlando Figes. 

A los quince años leía mucho, un poco de todo,pero solo libros de bolsillo o libros que formaban parte de la biblioteca de mis padres. Ellos mismos, por lo que recuerdo, no compraban novelas que acababan de publicarse. Pág. 278. La voz de Déon

Fue Schubert el que me puso en la pista, apuntando con el dedo hacia el hombre al que me recordaba vagamente Lockwood: fui a buscar Un taxi malva en mi biblioteca. A raíz de numerosas mudanzas, la biblioteca sufrió purgas rigurosas a las que sobrevivió la estantería Déon, y no me refiero solamente a los libros que él me había dedicado, sino también a los antiguos de la editorial Folio que compré mucho antes de conocerle. Pág. 283-284. La voz de Déon. 

Yo debía tener doce años cuando descubrí en la bibliteca de mis padres la antología de Lovecraft Démons et merveilles. Era un regalo de mi tío a mi madre; un regalo bastante absurdo porque a ella no le interesaba en absoluto la literatura fantástica y a duras penas debió de leer, si lo hizo, un par de páginas del libro. A mí me enganchó para siempre. Pág. 287. "¡So idiota! ¡Warren está muerto!". 

Al cabo de un tiempo debió de hartarse de pintar en un andén por el que no pasaba ningún tren: cogió el transiberiano, transbordó en Ulán Bator, se apeó en Pekín y allí se quedó seis meses callejeando y fumando cigarrillos gruesos y acres en los pasillos de Bellas Artes, en los que colgó su primera exposición personal. Al volver a Francia trabajó en los antiguos almacenes de la SERNAM (donde hoy se encuentra la Biblioteca François Mitterrand), ... Pág. 290. TDM.

Comprobó que Malcolm de Chazal no estaba traducido al español y al regresar fundó una editorial para remediarlo. No sabía nada de edición, del mismo modo que nunca había montado en bici, pero fue a buscar los libros a su biblioteca y comprendo que se enorgullezca: son magníficos. Pág. 413. En busca del hombre de los dados.

Conviene tener un sitio adonde ir. Emmanuel Carrére. Editorial Anagrama, S. A., 2017. Aportados por Lola.

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