jueves, 21 de junio de 2018

Rosebud

En uno de los extremos del piso se había dispuesto una enorme biblioteca; la altura del techo era tan considerable, que una escalera de caracol conducía a una galería que permitía llegar a las estanterías superiores.                 páx 128

Eran casi las diez de la mañana cuando Laurent volvió a su domicilio del Quai Voltaire. Elena dormía. Valdo, el húngaro, le informó que la chica se había pasado la noche leyendo en la biblioteca.                                    páx 135
   
Pasando de largo la entrada principal de la torre de cristal que bordeaba el río, el conductor guió el automóvil por el camino de acceso a la biblioteca, separándose del mismo unos doscientos metros más allá y penetrando en el aparcamiento subterráneo del edificio de la Secretaría General.          páx 171

Rosebud; Paul Bonnecarrère, Joan Hemingway. Ed. Martínez Roca S.A. 1974. Aportado por JMV

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