martes, 26 de junio de 2018

La dulzura

No me hábia fijado en la cantidad de libros nuevos que abarrotaban las estanterías. Les eché un vistazo. Gadea estudiaba a los clásicos. ¿De dónde los sacaría?
Me volví y pregunté:
¿La biblioteca del sanatorio?
Los compro por internet -dijo sacándolse de un bolsillo una tarjeta de crédito. Pág. 27

Los talleres, escogí el de pintura, un paseo, la verdad. El resto de la tarde libre, en el salón comunal o la biblioteca o la cafetería -bebida, bocadillos y tabaco gratis - o los jardines o las canchas de deporte. Pág. 76

Oí la llave en la cerradura. Cogí un libro de Barja de la biblioteca, me senté en el sofá y fingí leerlo. Mamá se plantó en medio del salón. Pág. 172

Me senté a desayunar con Valeska. Café, tostadas y zumo. Pedí una cerveza. Contestó con una negativa. Fijó la atención en el retrato de sus padres, una foto de la biblioteca, de los años sesenta, en blanco y negro, donde se veía a una pareja con una mirada de furia. Pág. 280

La dulzura. Daniel Múgica. Editorial Almuzara, S. L., 2017. Aportado por Lola.

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