Me transmitió su pasión por los libros, me leía durante dos horas enteras pasajes de Dostoievski, de Baudelaire, de Maiakovski o de escritores eróticos árabes. Para no ver la guerra, babeábamos en las galerías de arte, las bibliotecas o los cines de Hamra, donde vi con él Emmanuele y La naranja mecánica. Pág. 62
El día que Nina Simone dejó de cantar. Darina al-Joundi/Mohamed Kacimi. 2010, Santillana Ediciones Generales, S. L. Aportado por Lola
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