Nunca le habían puesto restricciones sobre las obras a las que podía tener acceso -su madre, de quien podría haberse esperado que impusiera cierto grado de censura protectora, había muerto, y a su padre, como él mismo tuvo a bien expresarlo con generosidad, le importaba un bledo lo que leyera la niña-, así que dispuso de libertad para buscar en la limitada biblioteca de la casa. Pág. 345-346
La señora Osmond. John Banville. 2018, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U. Aportado por Lola
No hay comentarios:
Publicar un comentario