En principio no tenían nada que ver, aparte de un común y considerable interés por los libros, y sus respectivas bibliotecas por tanto, hechas ambas con paciencia y devoción y esmero. (La herencia italiana, páx 29)
[...] el falso estudiante o psicólogo ha resultado ser un tipo con muy mal carácter: ahora odia los libros y ha obligado a Giulia a deshacerse de su biblioteca; [...] Ojalá sea así, pero habida cuenta de que Silvia y su conservero están pensando en tener sólo un piso, quizá debería hablar ahora con ella, para que al menos salve la biblioteca e intente convencer a su hombre de usar máquina de afeitar. (La herencia italiana, páx 33)
Cuando fui mortal; Javier Marías. RBA, 1997. Aportado por JMV
No hay comentarios:
Publicar un comentario