En el momento de su muerte, acaecida a la hora del almuerzo, escribía en un papel un viejo proverbio hindú que pensaba grabar con sus propias manos en una tablilla de madera, con el propósito de que le sirviera como lema de su biblioteca: "Un libro abierto es un sabio que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora". páx. 113
La bailarina y el inglés; Emilio Calderón. Ed. Planeta. 2009. Aportado por JMV
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