jueves, 12 de septiembre de 2019

El abogado del diablo

Cristo comió y bebió vino con publicanos y mozas de taberna, pero monseñor Meredith, su seguidor profesional, había vivido solitario entre los tomos polvorientos de la biblioteca del Palacio de las Congregaciones.     páx 37

-No, monseñor. Usted está ahora bajo mi jurisdicción. Le prohibo decir misa, excepto en domingos. Duerma hasta tarde, recójase temprano, y si me parece que usted trabaja demasiado puedo retirarlo del caso. Usted está en el campo. Tómese tiempo. Huela la tierra y los azahares. Elimine de sus pulmones el polvo de las bibliotecas.    páx 61

Había vivido demasiado en el polvo de las bibliotecas y cuando llegara su hora lo enterrarían en ese polvo.   páx 63

Eran como Esaú y Jacob, pero Esaú disfrutó de la primogenitura: campos de deporte, pesca, cabalgatas prolongadas en los veranos multicolores, mientras Jacob se recluía en el reparo de la casa, refugiado en costurero y la biblioteca.   páx 89

El que había muerto no era el mismo que él había enviado: un pedante disecado, con el polvo de las bibliotecas posado como una gruesa capa en su corazón.  páx 269

El abogado del diablo; Morris West. Ediciones Altaya. 1993. Aportado por JMV

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