jueves, 26 de septiembre de 2019

Formas de estar lejos

Son unas planchas como de conglomerado y encima de ellas vamos a poner la tarima, por eso eché la lejía, para desinfectar, pero debe haber un producto especial para eso. Yo qué sabía, lo hice por ayudar. Después de eso cogí el coche y me fui a la biblioteca a leer. Volví después de un par de horas y él seguía de morros. Pág. 53

Cuando Alicia se fue a América, el correo electrónico era una novedad. Ninguna de las dos tenía ordenador en casa: Alicia tenía que escribir desde la universidad y Garbiñe desde la biblioteca pública, así que los dos primeros años mantuvieron una activa correspondencia por carta. Pág. 75

Una tarde de marzo estaba estudiando en la biblioteca, en un pequeño espacio del séptimo piso que había conseguido después de dos años en lista de espera y que bautizó como zulo por sus minúsculas dimensiones. Pág. 76

En Southville había vivido cinco años al margen, sobre todo desde que se mudó con Matty a las afueras y dejó de tener amistades en el departamento. Llegaba al campus, enseñaba sus cursos, se escondía en su zulo biblioteca, y, salvo las conversaciones con sus profesores, no tenía trato con nadie del entorno universitario. Pág. 136

Formas de estar lejos. Edurne portela. Galaxia Gutemberg, S. l., 2019. Aportado por Lola

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