jueves, 26 de septiembre de 2019

La hija de la española

Adelaida Falcón, mi mamá, era una mujer culta. La biblioteca de nuestra casa estaba formada por los libros de Círculo de Lectores, aquella colección de clásicos universales y contemporáneos, con sus tapas duras de colores eléctricos que usé miles de veces mientras estudiaba la carrera de Letras y que terminé por asumir como míos. Pág. 25

Pasé revista a la biblioteca de la casa. En el lomo de algunos libros pude ver los círculos de colores que, durante años aburrida y sin parques donde jugar, dibujé mientras mi madre impartía sus lecciones de "sujeto-verbo-predicado". Advertida de no salir de mi habitación, me pertrechaba allí con varios libros. Pág. 43

Las cosas de mamá ya estaban dispuestas en cajas a un lado de la biblioteca. Parecía un equipaje que el tiempo había hecho a nuestras espaldas. Me resistía a regalar o a donar todo aquello. Pág. 53

Me alivió saber que no era yo la única a la que expoliaban. Me alegró que en ese imperio de basura y pillaje todos se robaran entre ellos.
La biblioteca estaba desierta. ¿Qué demonios habían hecho con mis libros? Faltaban muchos. ¿Adónde llevaron Los hijos del limo, La casa verde, Aires de familia, Pregúntale al polvo? Me bastó ir al baño para darme cuenta de que trozos enteros de mis ediciones de Eugenio Montejo y Vicente Gerbasi habían servido de tapón para colapsar las cañerías. Pág. 159

Me asomé a la biblioteca, encajada en la pared blanca. La primera balda estaba llena de volúmenes en francés. Esa fue la primera vez que vi una edición de Gallimard, me pareció sobria y elegante, con esa doble caja formada por líneas rectas sobre la cubierta color hueso. Pág. 189

La hija de la española. Karina Sainz Borgo. 2019, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U. Aportado por Lola

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