La pregunta se me acerca lentamente, se me sube encima, me adelanta y me
envuelve como la niebla, mientras el avión sigue volando,
inexorablemente: ¿por qué me he ido? ¿Cómo es que me voy? En la
biblioteca de la universidad a menudo me sentaba enfrente de ese
amigo y estudiábamos juntos para los exámenes finales. Si uno se
distraía, el otro le daba pataditas por debajo de la mesa, suaves e
insistentes. Pág 61
Tendría que estar engrasando la cadena de la bici. Tendría que estar
subiendo y bajando los peldaños de la biblioteca de la universidad
cargada de libros y revistas. Tendría que estar empezando el doctorado.
Pág. 61
Lo cierto es que habría sido una pésima académica. Soy demasido volátil,
demasiado cambiante, demasiado impaciente. En cuanto hubiera terminado
de escribir mi apología de la autora de Gawain me había pasado el resto
de mi vida como una desgraciada, encerrada
en una biblioteca,enfrascada en manuscritos antiguos. Me habría vuelto
loca con la opacidad del inglés medieval. Y tampoco habría sido buena
profesora. Pág. 63
Anton me enseña a manejar una cámara réflex de una sola lente, salgo con
ella y lo fotografío todo: gente que saca a pasear a sus pájaros
enjaulados, ancianas que hacen taichí por la mañana, jugadores de
mahjong en el parque, niños disfrazados de dragones,
patos aplanados en el escaparate de los restaurantes, los tranvías, el
neón contra el cielo oscuro, las pirámides de durios y los tanques de
tofu de los mercados nocturnos. Me inscribo en la biblioteca del British
Council después de reunir las solicítudes
necesarias, las fotocopias y los justificantes de mi dirección postal.
Pág. 68-69
Sigo aquí. Maggie O'Farrell. Libros del Asteroide S. L. U., 2019. Aportado por Lola
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