Le estaba diciendo que la voluntad del joven Alan Brow de reconstruir la ciudad fue una bendición para los pequeños contratistas para los pequeños contratistas locales: obras de mejora del ayuntamiento, obras de mejora en los restaurantes, construcción de una biblioteca municipal y varios edificios nuevos. Pax. 199
Buzz Leonard se fue a revolver en un montón de reliquias amontonadas en la biblioteca y volvió con una cinta VHS antigua. Pax. 242
Eso quería decir dos cosas: Stephanie podía haber comprado fácilmente el video de segunda mano, incluso había una copia en la biblioteca municipal. Pax. 296
Me esforcé por olvidarme del asunto. Sobre todo porque tenía algo más importante en la cabeza: el colegio organizaba un concurso de redacción y yo, al igual que Tara, había decidido presentar un texto. Ambas trabajábamos juntas en la biblioteca del colegio. Ella, en su portátil, mientras que yo me tenía que conformar con escribir en un cuaderno, para luego, por la noche, pasarlo todo al ordenador del saloncito. Pax. 419
Me vi muy sola. Muy confundida. Pero aquel episodio, más que debiblitarme, me estimuló a escribir más. Las palabras se convirtieron en mi refugio. Iba con frecuencia a la biblioteca del colegio para aislarme y escribir. Pax. 420
En Rego Park, Nastasha era como un huracán de energía positiva y de creatividad. Cuando no se encontraba en clase, ni cocinando, hacía fotos por el barrio o iba a la biblioteca municipal. Dejaba continuamente notas para avisar a los abuelos de lo que iba a hacer. A veces dejaba una nota sin motivo, solo para saludar. Pax. 512
Iba a ser el centro de mi vida, el centro de mis pensamientos, el centro de mis atenciones, el centro de mis preocupaciones, el centro de mi amor absoluto. Y a ella le iba a pasar lo mismo conmigo. Yo iba a quererla y ella me iba a querer como pocas personas se han querido. En el cine, en el metro, en el teatro, en la biblioteca, en la mesa de los abuelos, mi sitio a su lado era el paraíso. Y las noches se convirtieron en nuestro reino. Pax. 514
-He hecho bastantes obras -susurró Sylvia con un hilo de voz-. Pero su biblioteca la he conservado intacta. Pax. 591
Dicker, J. (2018). La desaparición de Stephanie Mailer. Barcelona: Alfaguara.
Aportado por Anxo
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