Una vez le habían preguntado cuáles eran sus escritores muertos preferidos y él había dicho, muy educadamente, que todos los de la Biblioteca Universal, pero luego cuando volvió a su casa y se quedó a solas pensó que admiraba a todos cuantos habían cedido al vértigo de construir la gran casa (para siempre) de la ficción, de que Michon llamaba "el monstruoso edificio de la letra", pero en realidad, a quienes de verdad admiraba, dijo era a los que en esa casa habían colocado su ladrillo como si fuera dinamita, diciéndose: esta vez el querido edificio va a saltar por los aires. En definitiva, a quienes de verdad el admiraba eran aquellos escritores que sentían tal amor por la biblioteca universal que su obra tenía la desorbitada pretensión de perfumarlo todo con explosivos.
Pág. 305
Esta bruma insensata. Enrique Vila-Matas. Editorial Planeta, S. A., 2019.
Aportado por Lola
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