viernes, 25 de diciembre de 2020

Al atardecer

Quizás porque los dos éramos los únicos estudiantes del barrio, Soona no dudó en entablar conversación conmigo.

Anda, este libro es de la biblioteca del norte de Seúl -dijo ella cuando un libro se deslizó fuera de mi mochila.

¿Has ido alguna vez? -le respondí contento.

Claro, yo también cojo libros prestados de allí...

Estábamos acercándonos a la parada en la que nos bajaríamos y ya no teníamos nada más de lo que hablar. Al bajarnos y llegar a la entrada del mercado tendríamos que fingir que no nos conocíamos. Según nos aproximábamos a la parada, me iba poniendo más nervioso.

El viernes voy a ir a por unos libros. ¿Quieres que vayamos juntos?

¿Después de clase? ¿A qué hora?

¿Sobre las cuatro y media?

Vale, ya veremos.

La biblioteca estaba a medio camino entre mi escuela y la suya. Cerraba a las seis, así que teníamos tiempo. Pág. 66-67


Espero que, al compartir esto contigo, no te sientas incómodo ni lo sientas como una carga. El recuerdo de ir juntos a la biblioteca a tomar prestados libros y comentar aquellas grandes obras sigue muy presente en mi memoria. Los días que pasé contigo son un recuerdo importantísimo para mí y no sé si es egoísta por mi parte esperar que yo sea igual de memorable para alguien. Pág. 89


En la biblioteca del norte de Seúl, yo cogí Tres momentos de una vida de Hermann Hesse, y él tomó prestado Los hermanos Karamazov. Después esperé a que llegara el día en que debíamos devolverlos para verlo de nuevo. Pág. 93


Cuando oba a clase, cada vez faltaban más compañeros porque los habían detenido de repente. Había tomado la decisión de no volver a Dagol. Como una mula con anteojeras, me limitaba a ir de la biblioteca a clase en silencio, sin mirar a mi alrededor. Cuando tenía tiempo daba clases particulares y después regresaba a mi habitación alquilada cerca de la universidad, donde caía exhausto. Pág. 97


Recientemente compré un libro escrito por él llamado Arquitectura del vacío y del llenado. Para alguien que gana sesenta mil wones al día, comprar un libro de quince mil wones es mucho. Normalmente no compro libros y, a no ser que sea estrictamente necesario, suelo cogerlos prestados de la biblioteca, así que esto me pareció un derroche. Pág. 102


Al atardecer. Hwang Sok-yong. Alianza Editorial, S. A. Madrid, 2020

Aportado por Lola

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