viernes, 19 de agosto de 2022

Un viaje a la India

A Bloom le fascinó en particular

la pequeña biblioteca de María E.

Sin embargo, rápidamente se dio cuenta -por los títulos-

de que aquellos libros, ni aunando todas sus fuerzas, podrían contener

una sola idea a pesar de sus páginas.

Eran libros de recetas de cocina, un asunto completamente innecesario para Bloom:

debemos abrir y cerrar la boca, alternativamente, y nada más.

Lo demás -gastronomía refinada-

era una perversión particular

entre la boca y el alimento.

Y él se sentía excluido de tal perversión. Pax. 56 e 57


El excelente nadador que es Bloom sueña con

atravesar el mar a una velocidad excelente

y con un estilo nuevo. No a crol, ni braza ni mariposa, sino

ni más ni menos que a estilo intelectual. Y como no es fácil dar muestras

de capacidad de razonamiento mientras se nada o corre,

ni es fácil aplicar la biblioteca leída en un procedimiento físico

carente de frases,

habría que enviar, desde luego,

nuestras felicitaciones a Bloom. Pax. 71


París es voluptuosa.

Los editores viven en la penuria para que los poetas puedan tener una bodega

y una biblioteca.

Una botella de vino al día, dos versos;

una embestida erecta en el burdel principal de la ciudad,

un verso más, un verso y medio, de vuelta a casa,

asomarse (después) a la ventana

para insultar a los burgueses que pasan,

así es como se divierte un poeta. En París, los poetas

no tienen deudas, y hasta los locos son delicados. Pax. 78 e 79


En Europa hay viento, nieve, luz, agua, incendios,

y también gramática, sintaxis, y extensas bibliotecas.

Así pues, paralelo a la gramática, está el lenguaje.

Y en tan erudito continente hay más institutos

públicos preocupados por el buen uso de las metáforas

que preocupados por los ciclones. Pax. 99


Se acuerda de hombres poseedores de conocimiento

y de orgullosas bibliotecas,

que sólo se mostraban auténticos justo en los instantes

posteriores a una tragedia: a continuación

retomaban sus prácticas habituales.

Se acuerda de que una tarde vio cómo degollaban a

un gran animal. Y se acuerda de Mary. Pax. 143


Inclasificable queda el archivo que seis funcionarios

tardaron dos años en organizar. Las letras pierden

la distancia las unas de las otras: las bibliotecas pierden

el techo y su organización temática. Vista desde arriba, la mitad

de la literatura del siglo XVI se parece al contenedor de basura volcado de un edificio de provincias. Pax. 245


El río Ganges es la biblioteca y el archivo más importante

de la ciudad.

Fuera del río no hay vedad, ni mentira de calidad,

ni ficción ni mitología exteriores a sus aguas sucias. Pero las

aguas no están sucias, realmente semejante expresión

es un error - corrige Anish-. Son aguas complejas,

que es diferente. Pax. 270


Civilización y astronomía no caminan lado

a lado; después de grandes chaparrones, el edificio

de una biblioteca sufre filtraciones mezquinas,

de la misma manera que un burdel barato

o una carnicería. Bajo la lluvia, las diferencias desaparecen. Pax. 282


Así que a Shankra lo lanzaron

contra Bloom. Bloom quiere robar tu sabiduría

-le dijeron- y quiere robar tus valiosos

libros, cercenarle la cabeza a tu biblioteca,

enervarte. Quiere hacer de ti un guerrero en vez

de un apacible sabio. Bloom viene de Europa

para cosechar aquí las mejores flores.

No lo permitas, sabio Shankra,

líbrate de él. Pax. 313


Por eso, Bloom creía que la edición

antigua de un libro sensato era doblemente

sensata. Era un bibliófilo, a pesar de a veces ser un hombre de acción, y mucho,

pero un bibliófilo de los ojos a los dedos que sujetaban cada página,

Bloom era un hombre capaz de asaltar un país

a mano armada solo para entrar en su biblioteca privada y,

del tercer estante cotando desde arriba, extraer, por ejemplo,

un original de la Imitación de Cristo

con una magnífica tapa antigua.

Bloom era bibliófilo hasta en sitios sorprendentes.

La manía de los libros iba de los dedos

de las manos a los dedos de los pies, pues siempre leía

acompañando el ritmo de las frases

con pequeños golpecitos en el suelo,

como si escuchase música. Y esta

locura suya por los libros ya la habían adivinado

Shankra y sus amigos. Un hombre

que ha amado, ha matado y le gustan los libros

es un peligro equivocado. Pax. 315 e 316


Se sintió amenazado, he aquí el presentimiento.

Lo que le pasó a Bloom, unos segundos después, es que se vio rodeado

por dos discípulos de Shankra,

y se dio cuenta de lo que querían:

que él, el generoso Bloom, ofreciese sus dos libros

al enorme continente indio,

específicamente al sabio de un metro sesenta

que codiciaba bibliotecas ajenas.

Quiere recibir y, como todos los humanos,

no quiere dar. Y ya no disimula. Pax. 327


Tavares, G. M. (2014). Un viaje a la India. Barcelona: Seix Barral.

Aportado por Lola

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