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Le expliqué a Chucks quién era V.J.: un policía local de Saint-Rémy con el que había amigado últimamente. Era fan mío. Otro de esos fans como el voluntario de la biblioteca y la señora Pompiu, directora del liceo de cine.
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Hablaba sin parar, casi atropellándose con sus propias palabras. Acababa de publicar un libro sobre el Club Bilderberg, los ataques de falsa bandera y todo ese rollo conspiranoico. Era una de esas bibliotecas andantes y parlantes que no descansan hasta saturar tu cabeza con todo lo que saben.
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Después de una corta deliberación en la biblioteca, la jueza Bovair nos informó de que la policía técnica no había encontrado ningún indicio "superficial" de delito.
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Regresamos a la maison. Emma me condujo a través de la casa (bip, bip) hasta las escaleras principales, y una vez allí hasta una biblioteca en la primera planta.
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Eric se calló, como si se hubiera sorpendido hablando demasiado. No dije nada y se hizo un silencio abismal en la biblioteca. Un silencio negro y profundo.
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-¿Es que necesito ayuda, Eric?
De nuevo silencio. La tensión de aquella biblioteca se podía cortar con una navaja.
MIKEL SANTIAGO; El mal camino. Penguin Random House, 2020.
Aportado por JMV
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