pax 102
Yo le dedicaba personalmente un ejemplar de la nueva obra que él, celebrando el hecho con cariñosa solemnidad, y tras leer en voz alta la dedicatoria, colocaba en su biblioteca sin haberlo abierto siquiera y allí se acababa la cosa.
pax 103
Todas las paredes estaban cubiertas de publicaciones de arte y de libros primorosamente encuadernados en cuero verde o rojo o azul, y a lo largo de toda la biblioteca unos armarios que iban desde el suelo al primer estante contenían la colección de discos del abuelo, perfectamente ordenada y catalogada.
pax 193
Mi cama era grande, casi como de matrimonio, y el cabecero, de madera pintada de muchos colores, rojos, azules, amarillos, verdes. Había una biblioteca en un rincón con unos cuantos libros muy manoseados y releídos.
pax 235
Una tarde, dos años ya después de llegar a Méjico, en que estaba yo en la biblioteca del tío Adolfo leyendo y mirándole a ratos componer, [...]
FERNANDO SCHWARTZ; El desencuentro. Planeta-DeAgostini, 1998
Premio Planeta 1996
Aportado por JMV
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