miércoles, 28 de mayo de 2025

Mesa para dos

Timothy Touchett estaba sentado en la sala de lectura principal de la Biblioteca Pública de Nueva York, en la Quinta Avenida, ante un ejemplar de Cartas escogidas de Maxwell Perkins. ¿Qué había llevado a ese joven de las afueras de Boston hasta un lugar tan esplendoroso en una tarde tan soleada? Mejor aún, ¿qué lo había llevado hasta Nueva York? Sencillamente, desde niño estaba decidido a ser un escritor famoso. Pax. 51


¿Podía haber mayor crueldad por parte de los dioses que infundirle a un joven sueños de fama literaria y luego no proporcionarle experiencias? Pero, como ya he dicho, eso era un secreto que Timothy ocultaba a todos, incluido él mismo. Así que cada mañana a las diez en punto se iba a la biblioteca, donde postergaba la escritura de su novela con el estudio de los métodos.
...
Mientras estaba en la biblioteca con la mirada fija en el facsímil de una carta de F. Scott Fitzgerald, en lugar de tomar notas sobre elementos del oficio o desarrollar sus propias y prometedoras ideas, Timothy, distraído, se puso a copiar una y otra vez la forma de Fitzgerald mientras el minutero del reloj de la sala de lectura avanzaba de forma irreversible hacia la eternidad. Pax. 53

-No quisiera ser indiscreto, pero en la biblioteca no pude evitar fijarme en que parecías estar escribiendo el nombre del señor Fitzgerald.
A modo de silenciosa confirmación, Timothy se ruborizó.
Pax. 57

En la sala de manuscritos y libros raros de la Biblioteca Pública de Nueva York, Timothy se familiarizó con todos los pequeños matices que colectivamente definían ese variado abanico. Estudió las firmas ascendentes y las descendientes; las que recordaban el staccato de una ametralladora o la cadencia de una canción de cuna.
Pax. 65

Así que al día siguiente se dirigió como siempre a su mesa de la Biblioteca Pública Municipal de Nueva York, pero en lugar de inclinarse hacia los libros de memorias lo hizo sobre diez ejemplares de la revista Forbes que estaban literalmente (bueno, no literalmente en sentido literal, sino literalmente en sentido figurado) repletos de palabras y conceptos nuevos apasionantes.
De la biblioteca se fue a Madison Avenue, donde Bauman´s, la venerada librería de ejemplares raros, mantenía su sede desde hacía mucho tiempo. Timothy entró y quedó sorprendido por lo que vio. Más que una tienda, el establecimiento parecía la biblioteca personal de J. P. Morgan. Había sofás de piel; estanterías forradas de arriba a abajo de primeras ediciones; y en el centro de la sala -bajo una araña de luces-, una vitrina donde estaban expuestos el Principia Mathematica de Newton, El origen del hombre de Darwin y un infolio de Shakespeare!.
Pax. 67 e 68

Ante la magnitud de la tarea, Timothy, como cualquiera verdadero artista, se retiró de la vida pública. Ya no se lo veía saliendo con sus amigos por el East Village ni cenando en el Gotham Bar & Grill. Se pasaba horas en las salas de manuscritos raros de la Biblioteca Pública y la Biblioteca Morgan. Leía biografías y cartas. Se matriculó en un curso intensivo de ruso elemental de la Universidad de Nueva York. Gastó dos resmas de papel y tres tinteros. Y, como si se identificara con Tolstói, se dejó crecer la barba. Pax. 74 e 75

Una vez dentro, puedes leer los periódicos en la biblioteca, comerte la galletitas saladas que sirven gratis en el bar, o incluso utilizar la sauna, si te apetece; y, si llegas en el momento adecuado, tal vez te encuentres a algún viejo conocido que te invite a una copa, por supuesto. He de admitir que he pasado unas tardes muy agradables en el Yale Club; y por eso sabía que casi todos los miércoles, pasadas las cuatro, podías encontrar a mi primo en la mesa de backgammon, cerca de la barra. Pax. 218

Nadie nace siendo pretencioso. Es un rasgo que requiere planificación y esfuerzo. Se supone que podrías adquirirlo por diversos medios, pero uno de los más infalibles es estudiar en una escuela de secundaria un poco pasada de moda; y mientras estas ahí, exhibir cierta facilidad para practicar algún deporte de campo al que nunca volverá a interesarte jugar; compartir habitación con algún compañero cuyo apellido esté grabado sobre la puera de la biblioteca; y, de paso, aficionarte a algún pasatiempo que requiera viajar y utilizar material especializado, como la caza de patos o el esquí alpino. Pax. 219

Towles, A. (2024). Mesa para dosSalamandra.
Aportado por Anxo

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