Aquel era el único lugar de la tierra donde encontraba un poco de paz, y allí -en la biblioteca, en las escuelas, en las explotaciones agrícolas experimentales, en el hospital y en la gran iglesia, con su coro perfecto y su perfecta adaptación al simbolismo litúrgico- veía una obra terminada, una realización de sus deseos.
Esa dama; Kate O'Brien. Ed. Edhasa, 1999. Páx 343. Aportado por JMV
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