domingo, 18 de agosto de 2019

Botas de lluvia suecas

Entonces, ella se detuvo de pronto, se volvió y sonrió. Cuando me acerqué a ella, me preguntó qué quería.
-Nada -respondí yo-. Parece que vamos en la misma dirección.
-No -contestó-. No vamos en la misma dirección. Y ahora te paras aquí y dejas de seguirme. De lo contrario, desaparecerá mi sonrisa.
La vi entrar en la calle Biblioksgatan. Justo en ese instante, yo no era el más viejo de la calle. Pax. 216

Botas de lluvia suecas de Henning Mankell, Tusquets, 1ª ed. 2016. Aportado por Anxo

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