lunes, 26 de agosto de 2019

El hundimiento del muelle

A los cincuenta y siete años había empezado a ligar por internet desde un ordenador público de la biblioteca y dejaba caer tantos nombres en la conversación que Bunny no sabía muy bien si era muy promiscua o muy quisquillosa, o si todos sus pretendientes la plantaban en la segunda cita. Páx. 56

Se compra una caja deParadoco en Boots y después ha de pedir un vaso de agua para tragarse los comprimidos porque tiene la garganta demasiado seca. Se refugia en la biblioteca durante tres horas, lee el periódico y mira al vacío. Pax. 126

Cuando cierra la biblioteca se encamina hacia la Star and Garter Gate y entra en el parque de Richmond. Necesita dar un buen paseo, a buen ritmo, y quemar la ira que bulle en su interior. Pax. 127

Entabla conversación con un tipo que ha acampado en el bosquecillo donde el propio Gavin había planeado pasar la noche. Se llama Terry y ha trabajado como bibliotecario, cocinero y jardinero. Está leyendo un maltrecho ejemplar de La tabla periódica de Primo Levi. pax. 129

Autodidacta,  se había formado con más entusiasmo que rigor. Clases nocturnas de filosofía y una biblioteca donde los libros de Dan Brown estaban en la misma balda que los de Andrea Dworkin y la colección completa de Cosmos de Carl Sagan. Pax. 209

Recordé el manicomio, recordé a Nat Semperson sentado en la biblioteca del director. La lluvia de noviembre azotaba los cristales de las ventanas y repiqueteaba en el vidrio emplomado. Habían decidido administrarle su dosis de láudano un poco más tarde con la esperanza de que tuviera la mente más despejada, según nos explicó el director. Pax. 240.

El hundimiento del muelle de Mark Haddon, publicado por Malpaso no 2018, 1ª edición. Aportado por Lola e JMV

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