lunes, 9 de diciembre de 2019

21 de diciembre

Así que, asumida la ración periódica inevitable de acorralamientos en la esquina del patio de recreo, Nacho se refugió en las matemáticas, la física, la historia, la geografía y, sobre todo en los pocos libros que se almacenaban -no hay verbo que mejor describa su uso- en la biblioteca del colegio. Salvo las clases de gimnasia, para las que tenía muchas aptitudes y que, además, no le permitían un estudio evasivo al que dedicarse, cualquier materia era maravillosa si le alejaba unas horas de su propia existencia. Pág. 115

21 de diciembre. Daniel de Lima. March Editor. Enero 2011. Aportado por Lola

No hay comentarios:

Publicar un comentario