lunes, 27 de enero de 2020

Nadie más que tú

En la primera planta atravesamos una sucesión de puertas dobles.
-La biblioteca -dijo.
El aire desprendía un olor acre y dulzón. El pegamento utilizado en la encuadernación de los libros debía haberse aligerado con el calor. A lo lejos, oía el teclear amortiguado de una máquina de escribir.
-Vengo aquí a leer -me dijo Claude-. Por la noche, tarde, cuando todos los redactores se han ido a casa.
La seguí por los pasillos entre las estanterías. Desde el fondo de la biblioteca podía verse el piso vacío de enfrente. El papel pintado era igual en todas las habitaciones: una maraña de rosas de color naranja y tallos negros. Pág. 40

La puerta de la biblioteca se abrió. Me tensé, con la boca todavía pegada a la suya.
Se acercaban unos pasos. El padre de Claude apareció al final del pasillo. Se sobresaltó.
-Le estoy enseñando la biblioteca a Suzanne -le dijo Claude.
-Pensaba que había entrado alguien -dijo él-, un intruso... Pág. 42

Cuando estuve con Claude en la primavera de 1919, el primer sitio al que me llevó fue una librería y biblioteca en la rue de l´Odéon llamada La Maison des Amis des Livres. Se había hecho amiga de la dueña, Adrienne Monnier, una mujer rubia, ingeniosa y voluptuosa que se vestía con chalecos, blusas de seda y faldas largas hasta los tobillos, Pág. 84

Además, se había prohibido la entrada de los judíos en las tiendas salvo por las tardes entre las tres y las cuatro. También se había prohibido su presencia en edificios públicos como teatros, cines y bibliotecas. Con eso se intentaba, dijo, legislar contra la contaminación. A veces le daba la impresión de que él había intuido su linaje y sus creencias, y quería provocarla, intentando obtener una reacción o una respuesta incriminatoria por su parte. Pág. 249

Transcurrieron varios días hasta que me enteré de que Claude estaba al fondo del pasillo. Dado que había una celda vacía entre ambas, y también una sala sin ventanas que había sido una biblioteca, y dado que las paredes eran de granito, no era posible, me dijo el Pequeño Heinrich, que habláramos entre nosotras. Pág. 267-268

Nadie más que tú. Rupert Thomson. Galaxia Gutenberg, S. L., 2019. Aportado por Lola

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