«La biblioteca de Gymkhana era una estancia en penumbra
similar a un depósito de cadáveres, impregnada del perfume almizcleño, casi
demasiado dulzón e intenso para aguantarlo, de los libros añejos. Los libros
tenían títulos que se habían desvanecido mucho tiempo atrás en el interior de
las cubiertas combadas; algunos no los habían tocado en cincuenta años y se
caían a pedazos entre las manos, desprendiendo cola igual que trocitos
quitinosos de insecto. Sus páginas estaban estarcidas con las formas de
colecciones de helechos desintegradas tiempo atrás y perforadas por termitas
hasta darles el aspecto de planos de fontanería» .
Kiran
Desai, El legado de la pérdida. Barcelona, Salamandra, 2007 (pp. 274-275). Aportado por U-topia
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