miércoles, 18 de agosto de 2021

1794

Fui a la biblioteca con la esperanza de encontrar algo sobre San Bartolomé: mi padre no tenía cabeza para la lectura, y los libros que había incorporado a las colecciones de sus antepasados eran pocos, pero tras una hora de búsqueda infructuosa me di por vencido y redirigí mis esperanzas hacia mi preceptor. Como de costumbre, Llundstöm estaba en su estancia, encorvado sobre un cabo de vela y un libro. Pax. 42


Ceton me dio libre acceso a su pequeña biblioteca de viaje, y yo elegí para matar el tiempo la traducción de Antonine Galland de Las mil y una noches y una novela en francés cuyo curioso título yo mismo me atreví a traducir como Los infortunios de la virtud, aunque es probable que mis insuficientes conocimientos de dicha lengua me traicionaran y que la voluntad del autor fuera muy distinta. Pax. 115

Tras muchas y tediosas millas por mar y otras tantas leguas en carruaje, divisé por fin el hogar de mi infancia. Por primera vez en muchas generaciones, nuestra hacienda había quedado sin administrador. Nunca antes me había encontrado solo en la biblioteca de mi padre, entre los papeles que él había desatendido y que, después de su muerte, nadie había puesto en orden. Pax. 117

Cuando finalmente llegó, fue todo un acontecimiento: la gente se agolpó en la biblioteca para verlo. Eran como dos gotas de agua, así que era imposible que pasara desapercibido. Cogió un libro de la estantería y se enfrascó en la lectura pasando las páginas a tal velocidad que muchos se maravillaron, aunque otros pensaron que estaba fingiendo. Pax. 161 e 162
 

Natt Och Dag, N.(2021). 1794. Barcelona: Salamandra.

Aportado por Lola



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