-Y se lo sabe de memoria.
-No forzosamente -objeté-. Hay un ejemplar en la biblioteca de la sala de lectura.
-¿En serio?
-Sí
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Salí despacio al vestíbulo, seguido por todos, pasé ante el reloj y entré en la biblioteca. El cadáver seguía allí, cubierto por una sábana manchada de sangre en el lugar donde le tapaba la cabeza.
px 293.
Crucé las manos a la espalda mientras miraba los libros alineados en los estantes. Era una biblioteca ecléctica, con rara mezcla de autores y títulos: Phillips Oppenheim, Maugham, Scott Fitzgerald, Patricia Highsmith, Zweig, Mann, Joseph Conrad...
px 300
-¿Y cómo llegó a esa extraña conclusión?
-Como a casi todo: leyendo -señalé la biblioteca-. ¿Conoce el cuento Cuatrocientos mirlos de Agatha Christie?
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-Soy mujer -añadió de pronto-, luego todos los diablos residen en mi corazón.
Señalé la biblioteca.
-¿Patricia Highsmith?
-Chesterton.
-Ah.
ARTURO PÉREZ-REVERTE; El problema final. Alfaguara 2023, 5ª edición.
Aportado por JMV
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