-Sí, conozco esas novelas. No valen ni lo que pesa el papel. ¿Qué se hizo de los libros de antes?
-Están prohibidos. Desaparecidos. Retirados de la circulación. A lo mejor los encuentra en la biblioteca, si es que todavía existe.
-¿Hay una biblioteca en la ciudad? Nunca había oído hablar de ella. ¿Dónde está?
[...]
La calle que le ha indicado Victor está vacía. Lucas espera. Un viejo sale de una casa. Lucas le pregunta:
-¿Sabe usted dónde se encuentra la biblioteca?
[...]
Lucas entra en la casa gris. Sigue un largo pasillo oscuro que desemboca en una puerta acristalada sobre la cual una placa oxidada indica: "Biblioteca pública".
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Al día siguiente, a última hora de la tarde, Lucas vuelve a la biblioteca. La mujer del pelo gris está sentada a su escritorio. Lucas dice:
-Ayer olvidó prestarme un libro.
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Lucas dice:
-es una casa muy bonita.
-Es una vivienda de funcionario. Pertenecía a unas personas que se exiliaron.
-¿Los muebles también?
-Los de esta habitación, sí. Los de la otra son míos. La cama, el escritorio y la biblioteca son míos.
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Lucas espera en la calle. Clara sale de la biblioteca, pero no lleva la cesta. Le dice a Lucas:
-¿No irá a esperarme aquí todos los días?
-¿Por qué? ¿Le molesta?
-Sí. Es ridículo.
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[...] Coge un sillón y se instala al lado de la cama. Descubre un libro en suelo. Lo mira. Es un libro viejo, usado, y en la portada tiene el sello de la biblioteca. Lucas lo lee y pasan las horas.
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-Esas cosas se llaman esqueletos.
-Sí. Esqueletos. También vi en el libro grande que está encima de todo en tu biblioteca.
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[...] Lo miré hasta las siete y después me fui a trabajar, a una gran biblioteca de la capital. [...]
Salí de la biblioteca y fui andando por las calles hasta que se hizo de noche, [...]
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El niño y Lucas trabajan en la librería. El niño coge los libros que hay en una gran caja, se los entrega a Lucas, que, de pie en una escalera doble, los ordena en los estante de la biblioteca.
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Entraron una enfermeras, alertadas por los gritos. Me inmovilizaron y me condujeron a otra salita, parecida a la anterior, salvo que no había ninguna mesa, ni biblioteca, solo una cama y nada más.
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Cuando vuelve, dice:
-Vayamos a mi cuarto.
Entramos en la sala, mi hermano coge una botella escondida detrás de los libros de la biblioteca.
-Solo queda esto. Los barriles están vacíos.
AGOTA KRISTOF; Claus y Lucas. Libros del Asteroide, 2019
Aportado por JMV
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