El problema principal era dónde y cómo recargar el teléfono que se llevaba Manuel, si él no debía cruzarse con nadie. Le estaban vetados el bar, la biblioteca, el centro social y la estación de autobuses. Le estaba prohibido cualquier lugar con presencia humana, que era como decir que tenía restringido el acceso a paredes con enchufes. páx. 30
Pero se acordaba de la biblioteca mochufa, de su religiosidad ficticia, del griterío y la telebasura, se acordaba del maldito, del maldito portarrollos, y sentia deseos de volver al cuarto de calderas, arrimar la espoleta para estrechar el decalaje térmico y reducir el consiguiente tiempo de espera hasta que llegaran los fríos rigurosos. páx 177
Los asquerosos; Santiago Lorenzo. Blackie Books. 2018. Aportado por JMV

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