jueves, 23 de octubre de 2025

El romántico

La otra consecuencia fue que Poynter le había legado su baúl, lleno de libros. De pronto, Cashel se descubrió dueño de una pequeña y ecléctica biblioteca compuesta por sesenta y siete volúmenes. Pax. 122

Rememoró su largo y taciturno viaje hacia el norte a través de Europa. No se había apresurado. Ya había empezado un nuevo año cuando llegó  Ostende y recuperó sus pertenencias y la biblioteca de Cornelius Poynter. Pax. 217

Se hizo miembro del club de Pall Mall de sir Guy, el Brydges, y procuraba cenar allí al menos tres veces a la semana para justificar la suscripción. También trabajaba en la biblioteca del club en La institutriz. Pax. 241 

Concord contaba con una biblioteca; en la casa comunal se daban conferencias instructivas: había tiendas en las que podía encontrar de todo, desde agujas e hilo hasta rejas de arado y picos. Pax. 284

Frances encendió un farol que había en una mesita y, a medida que la luz fue inundando el espacio, Cashel vio que el amplio almacén estaba lleno de estanterías de listones que contenían miles de manzanas. Una hilera tras otra, sin llegar a tocarse, pero muy juntas. largos pasillos de estanterías, del techo al suelo. Una biblioteca de manzanas, pensó, o un banco. Pax. 319

-Porque me topé con tu libro. No tengo ningún reparo en reconocer que no soy un gran lector, pero ahí me tenías, en la biblioteca. Era un fin de semana lluvioso, el agua caía a mares y no había posibilidad de cazar. Escogí un libro al azar y resultó ser el tuyo. Pax. 348

Cashel pasaba las mañanas en la así llamada "biblioteca" del consulado. La sala disponía de varias mesas y sillas, así como de unas pocas docenas de volúmenes hinchados por el calor que se repartían en los estantes vacíos, con aspecto solitario, regalos de visitas anteriores. Pax. 380

En lugar de volver a la biblioteca, fue a ver al señor Frost, el boticario, y le explicó qué le ocurría. Frost le propuso que tomara unos polvos de elaboración propia que cashel debía disolver en agua y beberse antes de ir a dormir. Le garantizaba que aquello le calmaría las tripas...
...Frost volvió con los polvos y Cashel le dió las gracias y subió la escalera para regresar a la biblioteca. Pax. 381
A la mañana siguiente, Cashel trabajaba en sus notas en la biblioteca cuando un criado del consulado le informó de que había una persona en la puerta que deseaba hablar con él. Cashel bajó para ver de quién se trataba, preguntándose sino sería Sosha, a quien había dejado en Bagamoyo. Sin embargo, en la puerta no había nadie. Salió al patio y llamó a Sosha, pero no obtuvo respuesta. Extraño. El guardia de la verja le dijo que nadie había visitado el recinto. Muy muy extraño pensó Cashel, entrando de nuevo en el consulado para volver a la biblioteca. Pax. 383

Cashel había perdido casi veinte kilos mientras había estado enfermo. Se fatigaba con facilidad y sabía que la convalecencia sería larga, y, aunque el progreso era lento, poco a poco empezó a recuperar las fuerzas y a ganar algo de peso. La mejoría le permitía pasar varias horas al día en la biblioteca del consulado redactando la crónica de la Expedición Ross y Gilchrist-Baird. Pax. 391

Cashel declinó la oferta de nuevo con suma educación y mayor énfasis, pero debía reconocer que estaba intrigado. Mil libras anuales no era algo a rechazar a la ligera. Buscó Trieste en una enciclopedia de la biblioteca del club y descubrió su fama como puerto importante del Adriático. Pax. 406

Boyd, W. (2025).  El romántico. Alfaguara.

Aportado por Anxo


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